SI QUIERES HACER UNA TORTILLA
- Carlos
- 8 feb 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 feb 2018
Si quieres hacer una tortilla, hay que romper los huevos.

Eso es así, en Pekín y en Pokón, eso es así de toda la vida, desde que el mundo es mundo, y va a seguir siendo así, y punto y "sa acabao", y aquí paz y después gloria, y no hay más que hablar.
No os dejo ni comentar esa idea, ni que la discutamos, aunque suene autoritario, algo borde, orgulloso y testarudo. Si quieres hacer una tortilla, hay que romper los huevos.
Y hay que romperlos, romperlos suavemente, pensándolo bien, calculando, intentando no manchar, romperlos con varios golpes, o con uno solo, con uno fuerte, que vierta un poco, que remueva el plato, romperlos de uno en uno o todos juntos, con una mano o con dos, con ayuda de un plato, un vaso o una cuchara, romperlos sin miedo, por la mitad, o quizás tres cuartos. Con mucho cuidado, romperlos con ruido o en silencio, sólo o acompañado, triste o alegre, romperlos para hacer una tortilla, para hacer una buena tortilla.
-¿Y eso se descubre por allí por donde estás?- No, eso lo tiene uno delante de sus narices, y habrá roto algunos, todos o ninguno, pero ni se daba cuenta. Pero, claro en un país donde no se llevan las tortillas, hacer una cuesta más, y hacerla con los ingredientes tan lejos, ya ni te cuento. Y es que quedan tortillas por hacer, quedan unas cuantas, todavía.
Pero parece que hasta que no te toca hacer una tortillaca, bien grande, sabrosa y como si la fuera a probar el jurado de Masterchef, no te pones a pensar como hacerla, si hiciste otras o como coño las hiciste. Parece entonces, que no hayas roto un huevo en tu vida.
Pero vamos, que si has roto, has roto pero a base de bien. Rompiste al elegir a tu equipo de fútbol, cuando le pediste el número de teléfono, rompiste, también, cuando te juntaste con aquellos colegas y no con los otros, al ir a esa universidad, cuando compraste los zapatos rojos y no los negros, cuando te cortaste el pelo de aquella forma, al escuchar música, ir de fiesta, cuando rompiste con tu primer amor, en el metro, en el restaurante, en el médico, en tu pueblo o en la ciudad, aquí o allá. Sin querer y queriendo, has roto y has hecho.
Ahora, ya sabes antes de hacerla que no será la tortilla de todos, que a unos les gusta hecha, a otros con cebolla, o sin ella, que chorree, incluso, con un poco más de sal o con bien de patatas. Entonces sabiendo esto, y lo de los huevos:
Rompe y haz, como ya has hecho, que para hacer una tortilla, tu tortilla, hay que romper los huevos, tus huevos.
Pd: se deja ver que se extraña la gastronomía española, pero es que quedaba fetén, como patata al huevo, que diga como anillo al dedo.
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