NARCOSIS
- Carlos
- 8 feb 2018
- 1 Min. de lectura

Cada vez en cuando sueño con aludes.
Sobra hielo, sobra escarcha.
Cada vez en cuando pienso en avalanchas. En maremotos y volcanes.
Que sobran egos, miedos, patanes.
Que un viento pasa, que se activan las alarmas, aviso a la población: ¡no salgan de su casa!
Cada vez en cuando pienso en brisas, granizos y huracanes.
Que levanten vestidos, abran camisas, cambien los planes.
Cada vez en cuando, entre sábanas, cerrar las puertas, que no entre ruido, apuntalar ventanas.
El sol como enemigo, la luz para hacer sombra, reflejos que persigo como Aladín en su alfombra.
Cada vez en cuando se me viene a la cabeza, fugazmente, caos, big bang, la explosión final.
Que sobra polvo, sobra aire.
Cada vez en cuando, bajo la ducha, en mi mente, evolucionar, sufrir, aguantar.
Como el primer pez que salió del mar.
Morder, sangrar, volverse animal, destruir al pasar, cada vez en cuando soltar, no dejar avanzar.
Cada vez en cuando, cerrando los ojos, incendios y ceniza recorren mi cerebro, reptando entre hemisferios.
Catástrofe, desorden, gritos, cada vez en cuando, cicatrices, suturas, deformaciones.
Sobra lo vertical, lo que Dios manda, las veneraciones.
Cada vez en cuando exterminio, reciclaje, servir al raciocinio mala ostia de maridaje.
Sequías, o riadas, como en Egipto siete plagas.
Cada vez en cuando, quimeras, ganas de pasar al lado oscuro, aunque, efímeras, y litros de cianuro. Comer cerebros, cual muerto viviente, torturar a los siervos, ser delincuente.
Cada vez en cuando, cogiendo aire, ¡que no soy yo!, despierto, y justo antes de caer rendido, sonrío, guardo el secreto: todo el mundo sueña con ser bandido.
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