GANAS DE TIEMPO Y TIEMPO QUE GANAS
- Carlos
- 1 feb 2018
- 2 Min. de lectura

Comerte el pico de pan antes de llegar a casa, morderte el labio de abajo, guardar los apuntes antes de que termine la clase, pulsar el botón cuando el metro aún no paró o mover sólo un pie al escuchar un buen temita. Eso, eso son las ganas.
Lo que te sobra los domingos de resaca, te falta el día antes del examen, aquello que vuela cuando estás con los tuyos, parece que no pasa cuando esperas en el supermercado o se congela cuando ves que se toca el pelo. Eso, eso es el tiempo.
Y entonces, ¿qué tienen que ver los cojo..., que diga, esto con Chile?
Pues que, querer viajar aquí y allá, más allá e incluso un poco más allá, querer conocer a tal y a pascual, querer aprender de su y de tu historia, querer mantener viva su llama y la tuya, querer acordarte y que se acuerden, querer contar y escuchar, bailar, estudiar, tomar, descansar, subir, volver a subir, probar, querer saltar y soltar, de vez en cuando soltar, es tiempo, o más bien son ganas de tiempo.
Mientras que, tus ganas se convierten en atardeceres, recuerdos, cervezas, proyectos, coreografías, canastas, historias, chistes, primeras y últimas veces, sobretodo últimas, consejos, gritos, decisiones, despedidas y saludos, muchos saludos, es decir, se convierten en tiempo, pero, y en cierta medida, tiempo que ganas.
Chile hasta el momento son ganas y tiempo, 'ganas de tiempo' y 'tiempo que ganas'. Que, si estos dos colegas ya estaban unidos, se querían pero se odiaban, salían juntos pero volvían separados y trataban de evitarse casi tanto como trataban de estar al lado, aquí, esa relación es mucho más intensa. Aquí, el tiempo no se puede medir, pero es que las ganas menos, porque ambos se mezclan, bailan y pelean a su antojo.
Entonces vaya mix, qué cosa más chunga, que jodido tener todos 'los ganas de' y 'tiempos para' a la vez ¿no?
Y es que me lo dijo aquella señora, después de darme las gracias por echarle una mano con la pintura de la plaza de su barrio, me lo dijo como de pasada, como sin importancia, como quien comenta el clima, pero mirándome a los ojos, sabiendo que tenía la clave después de mucho tiempo pensando en ella, sabiendo que era fácil y sencilla, pero profunda y cortante, profundamente cortante:
«Lo bueno cuesta, tiempo y ganas»
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